Continuamente, inciden sobre la tierra núcleos atómicos, procedentes del espacio, con un gran rango de energías, algunas tan altas, que es posible que nunca se lleguen a alcanzar en un laboratorio en la Tierra. No solo su origen no es del todo conocido sino que tampoco lo son los mecanismos por los que alcanzan tan altas energías.
El estudio de los rayos cósmicos nos puede proporcionar información tanto acerca del universo que atraviesan, galaxias y vacíos intergalácticos, sino también del medio interplanetario, la actividad solar, la atmósfera y hasta volcanes y restos arqueológicos
En esta plática se hará un repaso sobre la naturaleza de los rayos cósmicos, los principales campos de estudio y de cómo pequeños detectores de muy alta resolución pueden ayudar a conocer mejor algunos de aquellos fenómenos. Un prototipo de detector instalado en la Univ. de Santiago de Compostela, en España, está arrojando ya resultados muy prometedores.
La humanidad siempre ha procurado entender de una forma u otra el universo que nos rodea. Esta fascinación llega al límite en el siglo 20 con la idea de una posible teoría unificada que describe todos y cada uno de los detalles de lo que vemos. En la década de los 80 aparece casi por casualidad la teoría de supercuerdas que cuenta con todos los elementos para hacer el papel de teoría del todo. Tiene, sin embargo, una sorpresa un poco incómoda. Cuenta con al menos 10^500 caras, soluciones a las ecuaciones de movimiento en lo que se conoce como el multiverso, lo que ha hecho que sea prácticamente imposible saber, hasta el momento, si nuestro universo resulta o no de una descripción por supercuerdas.
En la charla iremos a través de los atractivos de esta teoría y justificaremos la aparición del multiverso y cómo este no necesariamente le quita belleza a la chica mala de la ciencia.